sábado, 7 de junio de 2008

CAPITULO 4. EL SEXO Y EL PESCADO


Ya estaba de nuevo en casa, la aventura había sido muy estimulante aunque también peligrosa. Pasé un par de días descansando y preparando mi siguiente viaje. En esta ocasión avanzaría unos ciento cincuenta años respecto de mi última parada, aquella había sido una época turbia y especialmente dura para Lleida, la guerra entre Cartago y Roma estaba en su punto álgido y los jefes ilergetas alternaban simpatías con uno y otro bando por lo que el resultado era predecible: recibíamos bofetadas de todos los lados.


Subí al castillo con mi nuevo equipo de supervivencia, en él había incluido una pistola de balines que había comprado en la “casa Anglés”, con ella no mataría a nadie pero quizás me iría mejor que el machete que tan poco éxito había tenido en mi viaje anterior. Al llegar al baluarte de la “llengua de serp” planté la máquina y pulsé el botón.


Aparecí en una colina poblada de árboles y evidentemente el castillo ya no estaba, miré hacia abajo y ví una ciudad de Lleida completamente rodeada de murallas, podía ver muy bien la puerta de entrada a la ciudad en lo que ahora es la calle magdalena. Cerca de la entrada distinguí los baños romanos y la primera calle asfaltada de Lleida, el “carrer major”.
Bajé por la montaña esquivando la prominente vegetación y en breves minutos me situé delante de la puerta que se hallaba abierta de par en par, había mucha gente entrando y saliendo de la ciudad, unos trajinaban fardos de leña y otros iban cargados con verdura de los huertos existentes fuera de las murallas, también había mujeres que cargaban con cubos de madera llenos de agua. Al verme todos se quedaron mirándome pero nadie me dijo nada.
Entré en la ciudad y mientras paseaba me hizo gracia pensar lo poco que había cambiado la ciudad en dos mil años pues a ambos lados de la calle mayor estaban dispuestos en fila pequeños comercios en los que se ofrecían mercancías para todos los gustos.


Me sorprendió ver a un tendero exponiendo sus pescados y vociferando a los que por allí pasaban, ¿de donde debían sacar el género estando tan lejos del mar? Al acercarme un poco más aquel buen hombre me mostró un bello ejemplar de trucha y entonces comprendí que todos aquellos peces eran de río y que probablemente habían sido pescados en el Segre.
Aquel hombre hablaba sin parar e insistía en que yo comprara su pez, no es que lo comprendiera, pero sus intenciones eran claras. De repente, la hija del tendero apareció por la puerta de la tienda, de pechos generosos y unos bellos ojos verdes captó de inmediato mi atención.
Usé el poco latín que recordaba de mi época de estudiante para hacerle ver a aquel hombre que no me interesaba su pescado.


- Haud fames habeo

Si no recordaba mal eso quería decir que no tengo hambre.


El hombre me miró con desprecio y me dejó en paz, creí que había hecho bien respondiendo a aquel hombre en latín pero en aquel momento no sabía hasta que punto la había cagado.
En breves instantes aquel hombre cuchicheó algo a la oreja de otro tendero y éste comenzó a correr calle arriba. En unos minutos cuatro o cinco hombres se abalanzaron sobre mí y a empujones me llevaron hasta lo que en el futuro sería la plaza San Juan. Me imaginé lo que querían hacer conmigo cuando observé los cadáveres ahorcados de varios hombres y mis dudas sobre sus intenciones se disiparon rápidamente cuando ví a uno de los hombres preparando unas sogas.


A esas alturas, estaba buscando desesperadamente en mi bolsa la pistola de balines mientras los hombres reían y me propinaban patadas.


De repente, unas trompetas sonaron fuertes y todo el mundo dejó de prestarme atención, los tenderos recogían sus paradas precipitadamente y la gente corría alocadamente de un lado a otro, pronto me quedé solo en la plaza con la pistola en la mano y temblando de miedo. ¿Qué diablos pasaba?


Las puertas de la ciudad se estaban cerrando y muchos hombres se estaban situando en las murallas de la ciudad armados con arcos. La cosa estaba clara, ¡Nos estaban invadiendo!
Corrí a esconderme en lugar seguro, pero no sabía donde hacerlo, entonces alguien salió de una puerta y tiró de mí hacia dentro de la casa. ¡Sorpresa! Era la hija del pescadero.


Me miró a los ojos y me preguntó en latín.


- ¿quien eres?
- Ilergetux. – Dije.
- ¿Eres un espía romano?

Entonces comprendí mi error, al hablar en latín me habían confundido con el enemigo, supongo que había caído durante la época de alianza de Lleida con Cartago.


No sabía muy bien que responder y como no respondía ella comenzó a hablar

- Mi nombre es Enlaia, mi padre me retiene aquí pero mi amor está en el campamento romano que hay apostado a las afueras de la ciudad. Su nombre es Rómulo y es decurión. ¿Lo conoces?

Debía improvisar o aquella mujer no me ayudaría

- Me ha enviado tu amado Rómulo para rescatarte. – le dije.

Entonces me cogió de la mano y cuando íbamos a salir de la habitación nos encontramos cara a cara con el buen pescadero. El tipo abrió unos ojos como platos y su aliento a pescado podrido inundó el ambiente cuando gritó con todas sus fuerzas. No tardaron ni dos segundos en hacer su aparición tres tipos grandes como simios que me redujeron en un instante con sus grandes manazas. Una vez neutralizado me llevaron a rastras al otro extremo de la ciudad.
Entramos en un sótano lúgubre, me empujaron y cerraron la puerta tras de sí. El ambiente era fresco y húmedo y un aroma a vino añejo inundaba la habitación, me encontraba en una bodega. Otra vez me habían quitado la mochila y por más que intenté derrumbar aquella puerta sólo conseguí hacerme daño.

Al cabo de pocos minutos alguien abrió la puerta, eran los mismos hombres otra vez, pero esta vez les acompañaba alguien más, a pesar de que el idioma en el que se expresaban era incomprensible para mí hubo dos nombres con los que se referían a aquellos nuevos tipos que sí comprendí perfectamente, uno se llamaba Indíbil y el otro Mandonio.


Continuará…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola! bueno, esto va mejorando capitulo a capitulo.La historia engancha cada vez mas, la pena que supongo que no hay mucho tiempo para escribir y la espera para el proximo se hace larga jejeej
Esta ultimo capitulo esta muy bien redactado (para mi claro, tampoco soy experta), te situas bien e la escena y no has pasado rapido a la accion(a ninguna accion jejej)
En resumen, deja buen sabor de boca.

Un saludo, silvy

Ilergetux dijo...

gracias silvy, eres un solete